El Habito de Ayudar a los Demás

Nuestra civilización ha sobrevivido gracias a los lazos de solidaridad y cooperación entre los semejantes. Estos vínculos primordiales nos permitieron vencer los obstáculos de la naturaleza y evolucionar en una cadena de generaciones que transmitieron unas a otras los saberes, las prácticas y los afectos que nos mantienen unidos como especie. Las guerras constituyen episodios de separación local que finalmente logran superarse para vivir largos períodos de paz.

Nacemos en el seno de una humanidad que nos da leche y cobijo en los primeros años. Crecemos entre juegos, albergamos sueños, formamos una familia, nos integramos a la sociedad y un día nuestros parientes y amigos nos despiden con dolor por nuestra partida final. Nacemos crecemos y morimos en comunidad. La mejor forma de expresar un sentido de amor por la humanidad son los gestos cotidianos de ayuda a los demás. Cuando ayudamos a los otros a ser felices, encontramos nuestra propia felicidad. Un refrán reza:

Si quieres ser feliz…

…durante una hora, haz la siesta.

…durante un día, vete a pescar.

…durante un mes, cásate.

…durante un año, recibe una herencia.

…durante toda la vida, ayuda a alguien.

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