El hábito del perdón

El pasado es importante. De él nos alimentamos para aprender y vivir en el presente. Nuestra historia personal es un relato de todo aquello que ha resultado importante en nuestras vidas. Negarnos a reconocer nuestra historia personal de vida nos impide conocer quiénes somos o aprender lo que podemos mejorar. Pero el pasado está muerto, ha transcurrido, ha quedado atrás en nuestra vida con su carga de dolor o alegría. Al ubicar lo pasado como lo que es, se abre la puerta del presente eterno, que podremos vivir tal como aparece.

Tratar de vivir el presente sin aceptar que el pasado terminó por no aprender de él o por no poder perdonar significa estar muerto en vida y, por tanto, desaprovechar la oportunidad de ser felices en esta tierra. El perdón es la llave para liberarnos del pasado y experimentar a plenitud el presente.

Sin embargo, el perdón implica la faceta difícil de extinguir el hábito de albergar odio, rencor o culpa en nuestros corazones. Empieza con la cesación del nocivo hábito de juzgar a los demás para, en cambio, convertirnos en testigos silenciosos del presente. El hábito del perdón nos invita a ver a los demás como hijos del gran arquitecto universal, quienes por su nivel de conciencia, como testificó Jesús, no sabían lo que hacían. Michel Bachelet perdonó a los asesinos de su padre en la dictadura de Pinochet, y Nelson Mandela pudo perdonar 27 años de encierro y vejaciones para emprender un camino de reconstrucción social con todos.

las personas y los Estados deben estimular un ambiente en el que pueda florecer espontáneamente el  perdón en los corazones de las víctimas, porque el perdón no se decreta: es un hábito virtuoso que nace en condiciones adecuadas que nos corresponde a todos construir.

Felices y libres, quienes pueden expresar de corazón su sincero perdón a los demás por el dolor padecido. El hábito del perdón nos libera, produce sanación espiritual y nos otorga la paz interior que finalmente abre la puerta a la paz social y a la felicidad general.

Read more...

Las Redes Sociales

La comunicación mediante redes sociales es una de las grandes herramientas de nuestro tiempo, para irradiar y recibir amor y ejercer la ayuda a los demás. En el planeta dos mil millones de personas son usuarios de las redes sociales. El 72 % % de los usuarios las usan para informarse de noticias, conversar, comentar, o enterarse de lo que hacen las celebridades.

Susan Greenfield, autora del libro “Your Brain On Social Media”, demuestra que las redes producen conductas adictivas con efectos en el cerebro, por lo que la moderación debería ser la pauta que dirija nuestra afición a las redes. La expresión “publico en redes, luego existo”, parece un emblema de nuestro tiempo, y explica la tendencia a la adicción a las redes.

Si lo que buscamos es informarnos, es bueno recordar que las redes con frecuencia no informan a profundidad, sólo enteran, por lo que es bueno validar los datos que nos llegan con medios tradicionales de información.

Propagar nuestros problemas personales o emocionales en las redes es un error que cuesta caro; al fin y al cabo uno mismo es el que se cura mediante la reflexión, el consejo de un amigo, o la ayuda de un profesional de la sicología.

Mencionar a otra persona es un acto delicado que deberíamos pensar bien antes de publicar. Una fábula enseña:

El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:

– Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…..

– !Espera! – lo interrumpe el filosofo – ¿ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?

– ¿Las tres rejas?

– Si. La primera es la verdad. ¿Estas seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?

– No. Lo oí comentar a unos vecinos.

– Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?.

– No, en realidad no. Al contrario…

– !Ah, vaya! La última reja es la necesidad¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

– A decir verdad, no.

– Entonces, dijo el sabio sonriendo

– Si no sabemos si es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

Las redes son una oportunidad para comunicarnos en el amor y no para inflar el ego, hacer matoneo o promover la disociación. Su buen uso muestra a los demás la calidad y grandeza de nuestra felicidad.

Read more...

Las Prioridades

El mundo actual se ha convertido en un reto diario de asumir distintas y numerosas tareas en un solo día. El exceso de actividad hace ruido en nuestro corazón y agita la ansiedad y el estrés.

El reto de asegurar la subsistencia nuestra y la de la familia, hace que mucha gente termine dedicando mucho tiempo al trabajo y menos a la familia. Es recurrente que al momento de morir no decimos “hubiera querido tener más tiempo en el trabajo”, sino más tiempo con mi familia.

Entregarse a las tareas del mundo tal como llegan éstas, sin estar conscientes de nuestras auténticas búsquedas, nos sitúa en el riesgo de perdernos a nosotros mismos y perder el sentido de la vida. El consumismo global también constituye un distractor que nos aleja de lo que realmente necesitamos,  y nos impide disfrutar plenamente del presente.

Es entonces esencial que nos habituemos a priorizar nuestras metas para el largo plazo, el mediano y el día a día. Pero debemos priorizar lo importante según nuestras verdaderas necesidades y búsquedas porque nuestras prioridades tienen que ver con lo que realmente  amamos hacer. Empecemos cada día con un poco de lo que auténticamente amamos hacer. Una anécdota que circula en internet, de autor desconocido, enseña:

Un experto asesor de empresas en Gestión del Tiempo quiso sorprender a los asistentes a su conferencia. Sacó de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y preguntó:

«¿Cuántas piedras piensan que caben en el frasco? «

Después de que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco. Luego preguntó: «¿Está lleno?»

Todo el mundo lo miró y asintió.

Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con gravilla. Metió parte de la gravilla en el frasco y lo agitó. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes. El experto sonrió con ironía y repitió la pregunta: «¿Está lleno?»

Esta vez los oyentes dudaron: «Tal vez no», contestaron.

«Bien!» -y puso en la mesa un cubo con arena que comenzo a volcar en el frasco-.  La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava.

«¿Está lleno?» preguntó de nuevo. «¡No!» – exclamaron los asistentes.

» Bien» – dijo, y tomó una jarra de agua de un litro que comenzó a verter en el frasco.

El frasco aún no rebosaba. «Bueno. ¿Qué hemos demostrado?» preguntó.

Un alumno respondió: «Que no importa lo llena que esté la agenda; si lo intentas, siempre puedes hacer muchas mas cosas».

«¡No!» – concluyó el experto, lo que esta lección nos enseña es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después.

«¿Cuáles son las grandes piedras en la vida?

Recuerda: ponlas primero. El resto ya encontrará su lugar.

Empieza con tus búsquedas primordiales, aquellas que están en consonancia con tu ser, porque se orientan a tus auténticos deseos. Así encontrarás sentido en tu día, se mejorará la dirección de tus metas y ya no te perderás en el activismo y el estrés. Alcanzarás sosiego para tu vida.

Fija en tu corazón las grandes metas para tu vida, y empieza ya.

Read more...

Meditación

La unidad con Dios puede alcanzarse mediante el camino de la meditación. La meditación es un momento único para separarnos del mundo y encontrar a Dios. En la meditación las fuerzas espirituales universales se alinean con el espíritu personal y hacen nacer un estado de felicidad y paz interior, que es propio de la divinidad.  Meditar es alcanzar la comunión silenciosa con Dios.

Son prodigiosos los efectos de la meditación trascendental para la regulación del metabolismo, la experiencia de éxtasis interior, el control de la ansiedad y el estrés de una vida moderna que nos acosa con sus exigencias de productividad para sobrevivir. Se cree que meditar es cerrar los ojos y proceder a pensar. La meditación es un viaje a la eternidad por veinte minutos, en el que no hay emociones, ideas ni acontecimientos. Meditar significa no pensar, abandonarse a un mantra, que es un sonido especial, o a nuestra respiración, y experimentar la armonía divina en nuestro corazón y en nuestra mente. El regreso a las actividades cotidianas después de una experiencia de meditación viene acompañado de una infinita sensación de paz espiritual y sosiego. También para la filosofía oriental de Maharishi, en la profundidad de esta meditación podemos inducir un deseo que, si es acorde a nuestro destino creativo y dador, éste tenderá inevitablemente a cumplirse.

James Fernández Cardozo

Read more...